La Espada Flamígera
- René Jiménez
- 10 oct 2022
- 2 Min. de lectura

En el arte barroco es común ver ángeles representados con armadura de general romano, triunfando sobre un demonio o un dragón y expulsando a Adán y Eva del paraíso terrenal. Muchos de ellos llevan una lanza o una espada envuelta en llamas, o un arma fabricada literalmente de fuego. Esta simbología es importante, ya que el pensamiento en la Europa medieval y renacentista estaba bajo gran influencia de doctrinas religiosas; la autoridad y el gobierno se basaban en un derecho y comando divino. Esto ejerce influencia para que la estética de las clases dominantes dirija su atención a todo aquello que la persona común identifique como sagrado o propio de textos religiosos. Es más, hasta el Concilio Vaticano II (en 1965) la iglesia Católica mantuvo una oración especial solicitando que el arcángel Miguel intercediera con su lightsaber en contra de las fuerzas malignas.

Sin darle tanta importancia al nombre, es fácil reconocer este tipo de espada. Muchas flamígeras aparecen predominantemente en el sur de lo que hoy es Alemania, a mediados y finales del S. XIV.

Es común ver hojas con esta característica hoja serpenteante en armas de dos manos, con su ricasso cubierto en cuero o hilo trenzado para poder ser blandidas a dos manos con una guardia más abierta, pero como vemos en el ejemplo de la imagen anterior, es posible encontrarlas en modelos de una mano y hasta en dagas.

Sabemos que históricamente los filos con dientes serrados se evitaban, ya que se podían atorarse con facilidad en la ropa de la época, y esto no solo nos provocaría una dificultar al hacer cortes deslizantes, también reduciría la potencia de impacto en los tajos.

Definitivamente son llamativas, pero encontramos pocos ejemplos arqueológicos debido a la dificultad (y el costo) implicado en fabricar y dar mantenimiento al filo. Cada curva debía ser pulida individualmente bajo la rueda de esmeril, lo que llevaba mucho tiempo.


Una de las teorías más probables para el uso de hojas onduladas es que las irregularidades de la hoja alteran la retroalimentación táctil (el Fuhlen de los sistemas germanos) que ocurre cuando los filos de las espadas se cruzan en una atadura. Toda acción deslizante, por ejemplo intentar un glissade para realizar un desarme, definitivamente alimenta una sensación diferente a las manos de nuestro oponente, pero es discutible asegurar que esta irregularidad nos brinda una clara ventaja.
En el mejor de los casos, al estar usando una hoja flamígera se accede a un factor sorpresa, un truco capaz de sorprender al enemigo que nos regala una fracción de segundo extra para ejercer presión y producir entradas alternativas. Claro, esto requiere que el oponente no haya practicado en contra de una espada ondulada anteriormente.
Se especula hasta la fecha si estas hojas aparecen como un experimento, si se trataban exclusivamente de un capricho estético o si realmente presentaban una ventaja al cortar ciertos tejidos y materiales textiles que ofrecían resistencia a un filo recto, al limitar y repetir la superficie de contacto. También encontramos rumores en documentos de la época que dicen que estas hojas eran capaces de dar cortes que no sanaban. Por otra parte, el hecho de que nunca llegaron a popularizarze ampliamente nos sugiere que estas supuestas ventajas sobre hojas de filos rectos pueden ser exageradas. Debido a esto, solían reservarse como piezas decorativas, ceremoniales y de estatus.
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