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¿Qué diferencias hay entre precisión y exactitud?

  • Foto del escritor: René Jiménez
    René Jiménez
  • 18 oct 2022
  • 5 Min. de lectura

Una imagen vale más de mil palabras. Esto explica el concepto mejor que lo yo podría con un muro de texto.

Voy a empezar con algo medio viajado y hasta filosófico, espero acabar con algo muy práctico.


Como buen nerd fatalista y algo pesimista, una cosa que me preocupa es notar que estamos acostumbrando cada vez más usar palabras como el trip, la cura, o el flow para describir detalles que deberían ser elementos mecánicos precisos; la consecuencia de este empobrecimiento casual del lenguaje se refleja en ejecutantes expertos que son incapaces de transmitir ideas claves de su práctica.

Esta asertividad verbal debería de ser considerada como algo esencial en alguien con deseos de ser instructor, al nivel de la higiene personal. Sin importar nuestra capacidad de diagnóstico, si no somos capaces de expresar con tacto verbal una instrucción, una corrección o los detalles importantes que vuelven a un movimiento más seguro, vamos a ver cómo aumenta el número de lesiones. Vamos a ver un incremento en frustración y desinterés cuando los compañeros intenten en vano replicar un movimiento poco ortodoxo con el que no están familiarizados.


Nada es tan obvio como podría parecer, recordemos cuánto tiempo e intentos fallidos nos llevó algo que quizá de adultos nos parezca que podamos realizar de manera sencilla, de forma automática usando memoria muscular - como obtener la coordinación espacial en nuestras manos para amarrar los lazos de las agujetas de un zapato.


Mientras menos se preocupen aquellos que son más experimentados en definir las bases, y más confíen en que algo se debe de “sentir” en sus primeras fases, que se puede aprender siguiendo una intuición o solamente exhibiendo ejemplos, muchos sistemas de combate se van volviendo indescifrables y esotéricos, empiezan a perder efectividad; si los que transmiten el mensaje original modifican o hacen una selección de lo que ellos perciben como importante, o si el que enseña solo domina aquello que es obvio y fácilmente perceptible (como por ejemplo, movimientos amplios y acrobáticos, lo que suele apantallar) se corre el peligro de que sus métodos nos dejen con una idea superficial, y que perdamos mucho tiempo discutiendo interpretaciones en lugar de realmente estar absorbiendo un conocimiento nuevo, terminando las sesiones de entrenamiento con apenas una embarradita del arte.

wax on, wax off.... pinchi Mr. Miyagi gacho.

De igual forma, es una fantasía pretender que el entrenamiento de una técnica logrará su efectividad si no nos tomamos el tiempo de explicar las aplicaciones. Tardaremos más en detectar y corregir errores, por no mencionar el acondicionamiento de los tejidos necesarios, y que muchas veces hay que des-aprender vicios obtenidos en la repetición de un movimiento incorrecto que ya se ha vuelto memoria muscular.

Si no se nos explica correctamente los pasos de un procedimiento ¿Nos quedará realmente claro a qué se refiere nuestro instructor cuando nos piden que al conectar un movimiento con otro dentro de una técnica se debe de ser fluido? ¿Somos capaces de aplicar las transiciones de una postura de guardia a otra en un corte sin la necesidad de pausar intermitentemente mientras revisamos la altura de los codos en relación al hombro, la distancia entre nuestros pies, el ángulo de nuestra columna y mantenemos el abdómen contraído?


Hay tantos factores que deben de coordinarse en armonía que con seguridad algún detalle siempre se nos va a escapar. Y esto no es un error, es natural que al principio seamos imprecisos, inexactos, que nos falte “tino” y que nos sintamos torpes pero al final de cada práctica más allá de intentar salir con algo nuevo aprendido, se debe concluir con algo familiar reforzado y fortalecido. Como dicen las celebridades fit y las ratas de gimnasio (vamos, hay que darles crédito por algo) Progress, not perfection.


Esto no es una preocupación nueva. A los buenos maestros de la esgrima histórica siempre les preocupó la didáctica. En los manuales no solo se nombra la técnica a usar, se describen las formas de entrenar una técnica. Ojo: no se trata siempre de la técnica sino de un camino por el cuál se llega a ella, ya sea en sparring o en combate real. Los manuales nos muestran una ruta pedagógica, nos enseñan a enseñarnos. Mucho de lo que vemos en los tratados (a diferencia de los manuales) son aplicaciones, variantes específicas en los que ya se asume que conocemos la técnica. En los deportes a veces escuchamos que alguien tiene buena puntería (o tino) y en el mundo de las artes marciales vamos a escuchar la idea de que alguien tiene una técnica impecable, o que tiene un pateo muy limpio... aunque estas expresiones son claras para la gente que practica estas actividades, suelen ser ambiguas y nos dificultan su explicación para los que somos principiantes.


Esto me lleva al punto principal de este escrito: ¿es posible detectar, diagnosticar y posteriormente corregir los errores propios del aprendizaje por nuestra cuenta?


Respuesta corta: NO.


Respuesta corecta: Sí, pero no va a ser nada fácil. El primer paso para estar seguros que realmente sabemos algo es poner a práctica nuestra certeza. En el caso de la espada, esto se puede evaluar y comprobar con cortes, buscando que el alineamiento de nuestro filo sea acertado y concuerde en toda su trayectoria con la dirección que lleva la fuerza de nuestro brazo al realizar un corte. En las artes marciales japonesas encontramos el Tameshigiri (corte de tatami) donde no hay unicamente una prueba del acero de la katana, como algunas personas creen, sino una evaluación de la calidad y eficiencia en las técnicas de corte.


Cuando el corte no atraviesa limpiamente, el rollo de paja comprimido y dejado en remojo marca evidencia de esto, a grandes rasgos:

· si el filo cambia de dirección al contacto, se desvía y deja un trazo curvo.

· si el filo se tuerce por potencia inadecuada o fallas en nuestra estructura, la hoja se atora a medio camino.

Y para eso, necesitamos definir claramente la importancia entre dos ideas: tenemos que buscar al mismo tiempo ser precisos, y tenemos que buscar ser exactos.


La exactitud dejará en evidencia qué tan cerca nos encontramos del resultado deseado. En cambio la precisión nos hace ver qué tan consistentemente se obtiene el resultado con ese mismo método. La exactitud se mejora con la repetición de los ejercicios de forma estática, mientras que la presición buscando acertar en blancos móviles. Como regla general, la segunda llega una vez que se ha dominado la primera.


En resumen, nuestra disposición mental para el entrenamiento debe de llevar elementos similaras al de las katas en las artes marciales japonesas: Recordar que no debemos desalentarnos si al vernos trabajar un movimiento aislado no logramos entender por completo su aplicación en la práctica, y por último, hay que intentar replicar todo de la manera más exacta posible. Sí, al inicio tendremos que hacer las cosas con una desesperante lentitud exagerada. Si pretendemos copiar los movimientos a “tiempo real” lo que vamos a entrenar es cómo hacer las cosas mal, y lleva más tiempo y cuesta más trabajo sacudirse un vicio que desarrollar un buen hábito.

alineamiento del filo de una espada con la superficie de corte

A fin de cuentas, la esgrima histórica pretende ser una reconstrucción verosímil de las técnicas de combate del pasado. Claro, nuestra principal meta es no ser tocados, pero al atacar no basta con tocar a un oponente o marcar puntos, después de todo las espadas no son lightsabers. Se necesita visualizar que vamos a rebanar al cortar, atravesar al estocar.

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