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  • Foto del escritorRené Jiménez

¿Timing? ¿Tempo? ¿Tiempo?

Actualizado: 28 jun 2023


Gracias a las herramientas de la ciencia, podemos entender que la velocidad y los reflejos son resultado de impulsos eléctricos. Tenemos métodos para medir la degradación subatómica, y usamos matemáticas avanzadas para calcular distancias a escalas microscópicas o absurdamente lejanas. Quizá estar familiarizados con estas ideas nos dificulte imaginar lo complicado que era para los pensadores de antaño, que tenían que usar solo la lógica para explicar la realidad que veían.


Las ideas que encontramos en tratados antiguos sobre las formas de medir la duración de una acción en un combate de esgrima suelen ser difíciles de explicar a las personas de nuestra era porque de entrada, no existen traducciones satisfactorias al Español moderno que en sentido literal expliquen lo que significan algunas de estas palabras.


Por ejemplo, si usamos el inglés para indicar que un buen timing es actuar con sincronía o actuar a buen ritmo no solo es inexacto, es muy reductivo e incompleto. Quizá la mejor manera de entender ese concepto es que el que tiene buen timing “tiene una percepción oportuna de la distribución temporal de sus acciones relativas a las distancias”... y al hacer esto hablamos solamente de los movimientos que ocurren en nuestro cuerpo, no de aquellos que resultan como respuesta a estímulos externos.


Muchos antiguos maestros del arte hacen énfasis especial en enseñar estos conceptos antes de dar una sola lección con el arma en mano a sus estudiantes. Se tiene que desarrollar una percepción, una alerta o instinto para medir de forma constante y automática los diferentes compases en los que una (o múltiples) acción(es) ocurre(n).


Para entender bien los manuales ayuda sensibilizarnos y plantearnos la forma en la que la gente de esos tiempos pensaba. Existe por ejemplo, un principio que unifica a las artes marciales europeas de la edad media y el renacimiento; la idea de cómo se percibe el tiempo desde una perspectiva Aristotélica.


Para explicar este concepto es bueno recordar que en esos días las personas que tenían acceso a bibliotecas especializadas, o aquellos que comisionaban un tratado de esgrima habían estado expuestos a una educación que manejaba matemáticas, música, filosofía, astronomía e historia. No quiere decir que todos ellos fueran sabios o parte de una élite de personas cultas, sino que los temas de estudio de los pensadores griegos clásicos eran ideas más comunes, que entraban y salían de moda en convesaciones casuales.


Para todos aquellos que no estamos familiarizados con sus escritos, voy a intentar parafrasear y reducir a la forma más simple lo que Aristóteles dice:


“tiempo es el espacio intermedio entre dos posturas de reposo”


Para Aristóteles al tiempo lo define el número o la medida (o sea, cuantificación) de eventos según su antes y después. El tiempo es medible, pero no es como lo vemos en estos días “el cuantificador”, es decir, lo que mide.


Para la mente medieval no hay forma de medir al tiempo como una unidad abstracta (segundos, minutos, años) sin movimiento pues ambos se perciben juntos. Para dar un caso, veamos a nuestro planeta en trayectoria. Consideremos que ha transcurrido un año cuando sabemos que la tierra acompleta su órbita alrededor del sol. Ahí estamos indicando cuándo ocurre (y no como pensamos hoy, cuánto dura) un año.


En ese mismo ejemplo, si pudiéramos visualizar el espacio que ocupa la órbita que se recorrió en una línea imaginaria, eso sería el tiempo.


• Un tiempo puede ser corto o largo, pero no rápido o lento.

• El tiempo es simultáneo en todas partes, pero cada tiempo anterior es distinto del posterior.

• El tiempo es cuantificable, pero no es lo que cuantifica.

• Cualquier intervalo de tiempo cuantificado puede repetirse en tanto cantidad: un año, un otoño.


Al igual que medimos el movimiento por el tiempo, también podemos medir el tiempo mediante el movimiento, lo cual es posible porque todo movimiento es un fenómeno que tiene lugar en el espacio. Del mismo modo también medimos un movimiento por el espacio y podemos medir un espacio por el movimiento.


La escuelas de esgrima germánica que se enfocan en técnicas con la espada larga a dos manos separa sus ataques y defensas usando los términos Vor (literalmente, antes), Indes (instantáneamente/ durante) y Nach (después) para marcar en qué estado se desarrollan los movimientos. No necesariamente nos señalan cuándo, sino cómo: El mismo corte, con la misma velocidad y postura en Vor sería toda acción que demanda una respuesta; estar haciendo esos mismos movimientos en Nach son el acto mismo de estar respondiendo a un llamado por parte de las acciones del otro.


Los italianos manejan esta idea bajo el concepto “tempos,” al que dividen en incio, mezzo tempo (medio tiempo) y contra-tempo… cuyo objetivo final es provocar un falso tempo (fintas) tanto en nuestro cuerpo -para no telegrafiar nuestro movimientos y hacernos un poco más impredecibles- así como de identificar oportunamente y crear falso tempo (errores) que causen acciones predecibles en el movimiento del oponente y así capitalizar sus aperturas.


Así que básicamente en términos de esgrima antigua, indiferente a qué sistema o escuela nos interese, el tiempo, en términos de la espada es lo que ocurre entre dos posturas de reposo.


¿Listos para un sabroso mindfuck?


Si estamos con una guardia alta (sobre nuestra cabeza y hombros) y cortamos a “punta larga” (donde la punta de la espada queda extendida de forma perpendicular a nuestro is cuerpo) por ejemplo, la hoja atraviesa la línea media de nuestra guardia central. Esa distancia que la espada viajó, y no cuántas unidades de milisegundos tomó atravesar el espacio, ESO sería el tiempo.

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